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Los Inicios

El siglo XIX trajo a Burgos instituciones de rango nacional que modelaron definitivamente su carácter de capital de provincia. Al concejo y al arzobispado centenarios se añadieron la Diputación Provincial, la Audiencia Territorial, el Banco de España, la Capitanía General y el Gobierno Civil. Así, la ciudad, que en 884 era una agrupación de aldeas bajo autoridad militar y que en 1075 recibió a su primer obispo titular, remató el siglo XIX con su configuración burocrática y política exceptuando, y no sin lamento, el ámbito universitario.
Pero estas instituciones venían de fuera, se concedían “ad extra” por las condiciones estratégicas y por ser Burgos la Cabeza de Castilla. Ahora bien, simultáneamente, el pueblo de Burgos, el Ayuntamiento, generaban “ad intra” otras instituciones locales y privativas que definían la capacidad creadora y renovadora de cualquier comunidad humana.
Esta actividad tuvo en Burgos, en los últimos años de la centuria decimonónica, abundantes y singulares manifestaciones, barquitos vecinales de proa casi pretenciosa, algunos de las cuales han llegado al puerto de los cien años. Así nacían la Cámara de Comercio, el Círculo Católico de Obreros, el Círculo de la Unión, el Diario de Burgos... El Orfeón Burgalés, que se fundó en 1893, ocupa también, pues, un puesto de honor en este devenir que ayuda a comprender la intrahistoria del Burgos finisecular y del Burgos de los siglos XX y XXI.
Para apurar el conocimiento de lo burgalés a lo largo del siglo XX, hay que analizar el despliegue y la actividad de estas instituciones en el tejido del vivir cotidiano. En este contexto, el Orfeón es una pieza inevitable en el juego de la mutua referencia y de los reflejos del comportamiento: Por Burgos al Orfeón y al Orfeón por Burgos. ”


El Orfeón Burgalés nació de una clase popular que exigía en Burgos la misma institución coral que ya existía y brillaba en otras ciudades similares a la nuestra. Una institución que en el campo de la música proporcionaba dos frutos deseados: La instrucción y deleite musical del pueblo y la difusión del buen nombre de Burgos. Las ciudades como la nuestra, que dieron a luz orfeones hoy centenarios como el burgalés son: Barcelona, la primera con “El Orfeó Catalá”; Pamplona y el “Orfeón Pamplonés”; Burgos, la tercera con el “Orfeón Burgalés”, y San Sebastián con el “Orfeón Donostiarra”.
En esta época, todo en Burgos gira alrededor de nuestra catedral. Nítidas y graves, con algo de eternidad en su sonar, sus campanas navegan por el aire con sus sonidos de bronce. Era el momento en que aún se podía escuchar las campanas de la catedral y del resto de iglesias, el ladrido de un perro o el rumor de la gente en mercados, calles y plazas.
En los albores del siglo XX visitó Burgos Emile Ruelle, un francés entusiasmado de España que veía así nuestra ciudad: “Intentar descubrir los esplendores en arquitectura, escultura, obras de arte de todas clases que conserva esta maravillosa ciudad del siglo XIII sería temeraria empresa. Burgos goza de muchos títulos y privilegios, clima delicioso, paseos espléndidos entre los que destaca El Espolón donde todas las noches la Banda de Música de uno de los Regimientos de la Guarnición da muy buenos conciertos y los dichosos habitantes de esta hermosa ciudad, vienen a tomar el fresco a las Acacias, al Café Candelas o bajo los toldos del Café Suizo.
La poética pintura del viajero francés nos sirve de marco para conocer dónde nacía el Orfeón Burgalés a finales del siglo XIX. Burgos es una vieja ciudad de provincias con una vida apacible y uniforme. Era un remanso de vida pública a la orilla de las grandes corrientes humanas. En esta ciudad, que contaba en a finales del siglo XIX con 30.856 habitantes censados, nació nuestro Orfeón de la convergencia de una doble corriente. De una parte, la aristocracia local, sensible ante la presencia del llamado “mundo obrero”, que quiere practicar un apostolado cultural acercando al trabajador el regalo de la música colectiva. De otro parte, el obrero mismo, consciente de su derecho a la perfección, que quiere ser mejor y que ve en un orfeón o agrupación coral un reflejo del orden y de la cooperación que desea en toda la vida social.
Los primeros años, y durante algún tiempo, el Orfeón compartió existencia con otras sociedades, como la Coral Santa Cecilia del Círculo Católico de Obreros o el Cancionero Burgalés, pero solamente nuestra entidad tuvo continuidad en su aventura.
Por eso, los primeros ciento veinte años de vida, cargados de triunfos, permiten contemplar con confianza el presente, perfectible, como todo, pero siempre ilusionados en un futuro que siga acumulando laureles en la historia musical de Burgos. De hecho, durante su larga historia, el Orfeón Burgalés ha sido pionero de la estructura musical de Burgos y, con sus ciento veinte años continúa no solo vivo, sino afanoso de incrementar servicios, renovar fórmulas y hacer que las gentes de hoy, las de dentro y las de fuera de la entidad coral, sean dignas de la herencia que un día dejaron sus fundadores.

 

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